LA MUJER DE LA FRONTERA Y LA MANO EN LA CABELLERA


 

“La Mujer de la Frontera” es la historia de una mujer que durante las noches de plenilunio, con la luna fulgurante en lo alto de los cielos, aparecía una mujer deslumbrante ataviada con gasas y velos que la identificaron como “La Mujer de Blanco”.

 

Se dice que caminaba en silencio, con su larga caballera ondeando libre al viento y bañado por los rayos lunares que jugaban con su silueta que flotaba en el aire y se perdía en los linderos de la Laguna La Escondida.

 

Los hombres que la miraron quedaron prendados de su belleza, pero a la vez el terror los embargaba, pues sabían que esa mujer no era del mundo terrenal, venía del inframundo para encantar a los hombres que embelesados la seguían al monte y a los prados agrestes de entonces en la laguna, por muchos años se contó de sus apariciones a la medianoche.Otra historia contenida en el libro “Leyendas de Reynosa” de Don César Humberto Issasi es la relativa a “La Mano en la Caballera” que dio pauta para la otra leyenda popular en la región:

 

 “La Mano Pachona”.Esta cuenta que en la calle Matamoros antes de llegar a la Porfirio Díaz en la Zona Centro había un edificio de dos pisos, en la planta alta vivía- según decían- un duende que hacía toda clase de travesuras y desórdenes, en el piso de abajo había una peluquería.

 

Los encargados de cortar el cabello a los niños y afeitar a los caballeros, aprovechaban la fama del viejo edificio y contaban toda clase de historias de miedo, en donde el duende era el protagonista.

Los peluqueros contaban con tal dramatismo y acento de veracidad sus historias que los clientes creían en algo sobrenatural que habitaba el caserío, el tiempo paso y el edificio fue demolido, pero al realizar excavaciones se encontraron huesos humanos que tenían muchísimos años de haber sido enterrados.

 

En la cantina “El Valle” que se encuentra en el barrio, Don Apolinar Tanguma, un hombre de edad, contó que la historia la escuchó de su abuelo hace muchos años y que hablaba que en la casa de dos pisos vivía un hombre llamado Arcadio Cantú.

 

Arcadio Cantú fue un colonizador avecindado en la región desde principios del Siglo XIX, en aquel entonces en una ocasión tuvo un enfrentamiento con un indio de la tribu “Tareguana” que en un acto de valor lo combatió y al perder la vida, Arcadio fue despojado de su cuero cabelludo por el nativo como una muestra de triunfo y honrar a su adversario.Don Arcadio Cantú fue enterrado en el terreno de su casa en medio de jacales de caliche y palma, entre corrales y sus jardines.

 

Se dice que el alma en pena de este hombre comenzó a vagar buscando su caballera y cuando alguien pasaba en las noches frente a lo que fuera su casa les jalaba el cabello, por eso en el piso de debajo de la casona, en donde había una peluquería, muchos de los trabajadores que ahí sirvieron o clientes juraron haber sentido como los halaban del cabello como con deseos de arrancárselos, tal como ocurrió con Don Arcadio y su pelea con aquel indio.

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