la cueva del diablo reynosa

Para muchos la leyenda de “El jinete sin cabeza” no es más que un cuento de mal gusto. Sin embargo, hay quienes opinan lo contrario e inclusive dan crédito a la existencia de tan aterrador personaje.

En el corazón de la colonia Jacinto López 3, localizada al margen del libramiento Monterrey, se cuenta sobre una persona que a galope y cercenada de la cabeza, llenó de miedo a sus moradores durante varias décadas. Guadalupe Razo Mares, una de las vecinas más añejas del lugar, dice haber visto en repetidas ocasiones a dicho caballero con vestimenta de la época colonial rondando su casa.

 

“La primera vez que lo vi fue a finales de los años 60. Eran como las 11:00 de la noche y no había gente en la calle, pues esta zona no estaba muy habitada. Me encontraba afuera de mi hogar lavando los platos cuando de repente escuché un caballo que se acercaba muy rápido y me metí ‘hecha la mocha’ temblando de miedo porque la persona que lo montaba iba descabezada”, relató.

 

Guadalupe añadió que su padre y su esposo no le creyeron y en esa ocasión la tacharon de loca. A medida que transcurrieron los años la presencia de “El jinete sin cabeza” se hizo frecuente en dicha colonia, pues años más tarde su familia también logró verlo merodeando el

lugar.

 

Si bien en la vida real como en la fábula cada villano tiene su escondite, “El jinete sin cabeza” no podría ser la excepción, por lo que “La cueva del diablo”, denominada así en relación a la imagen diabólica del caballista, fungió como tal.Localizada justo abajo de la Capilla de Nuestra Señora de Schöenstatt al oriente de la ciudad, fue construida en 1982 por un grupo de parroquianos para contrarrestar precisamente las fuerzas malignas de ese lugar, según relatan.

 

La entrada a esta caverna natural hoy luce bloqueada por un peñasco de dos metros de altura.

Guadalupe aseguró que dicho peñasco fue colocado de forma divina gracias a la intercesión de los fieles, quienes horas antes habían participado en una misa multitudinaria en el sitio mencionado.“Es una historia que pocos se animan a creer: de la noche a la mañana la cueva quedó cerrada. Nunca oímos ruidos de máquinas que empujaran la roca y esto se lo pueden contar otros vecinos”, dijo.

 

De acuerdo a los relatos de Guadalupe, la gruta de aproximadamente dos metros y medio de altura e incalculable longitud fue utilizada por insurgentes para esconder armas y balas durante la Revolución Mexicana. También funcionó para almacenar licor de contrabando.Hermelinda Berlanga es otra de las fundadoras de la colonia Jacinto López 3 que afirma la existencia de un personaje paranormal en torno a “La cueva del diablo” y concuerda en la manera extraña en que ésta quedó cerrada.

 

Comentó que a medida que el lugar se fue poblando, dejaron de verse cosas raras.“Excepto una llama de unos cinco metros de altura que de vez en cuando salía de la cueva donde supuestamente se metía aquel diablo a caballo”, añadió.

 

La señora Berlanga confirmó el testimonio de Guadalupe Razo Mares al señalar que el grande peñasco tapó la entrada a la caverna sin la fuerza humana, luego de haberse construido la capilla de Schöenstatt.Una de las creencias más sonadas fue que “El jinete sin cabeza” era guardián de un tesoro que había en la gruta. Por ello al quedar ésta cerrada cesaron los espantos para los vecinos.Actualmente dicha iglesia sólo se utiliza para celebrar las ceremonias de Semana Santa

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